miércoles, 23 de noviembre de 2011

Pintura en Jalisco


Los pintores jaliscienses siempre han destacado en la historia del arte mexicano. Gerardo Murillo “Dr. Atl”, José Clemente Orozco, María Izquierdo, Raúl Anguiano, Jesús Guerrero Galván y Juan Soriano, entre otros, figuran como emblemas del muralismo y de la Escuela Mexicana de Pintura son prólogo del surgimiento de una nueva generación de artistas que, en la segunda mitad del siglo XX, cuestionaron los postulados estéticos de la pintura nacionalista para innovar los lenguajes plásticos que definirían a la pintura actual de Jalisco.
Para evidenciar cómo la diversidad es la característica fundamental que define a dicha producción, en esta muestra los caminos abordados por sus autores en los últimos cincuenta años se delinean de manera retrospectiva iniciando en la última década del siglo XX. La personalidad de cada artista se manifiesta en su manejo formal, el cual reúne la riqueza de escuelas anteriores para obtener un lenguaje particular adecuado a sus necesidades de expresión. Lo anterior ofrece al visitante una revisión histórica de los capítulos poco estudiados de la plástica jalisciense con la intención de abrir nuevas líneas de investigación que profundicen en el conocimiento de un periodo representativo del arte y la cultura mexicanos.

LOS NOVENTA
Una tendencia propia de la pintura de los años noventa fue incursionar en una búsqueda cuyo principal soporte era la reflexión conceptual. La exploración de la arqueología psicológica del individuo, la interpretación metafórica de la sociedad posindustrial, el sarcasmo social o el uso de la poética del espacio son los andamiajes de una pintura que se sostiene en un cuestionamiento crítico de los géneros tradicionales que le antecedieron y en la ambigüedad de la crítica social.
LOS OCHENTA
Continuando con la lectura hacia el pasado, nos ubicamos en la década de los ochenta, en cuyos inicios, Javier Campos Cabello, Martha Pacheco, Salvador Rodríguez, Irma Naranjo,Miguel Ángel López y Jesús Rodríguez, egresados de la Escuela de Artes Plásticas, formaron el Taller de Investigación Visual con objeto de experimentar diversas propuestas pictóricas que vincularan su quehacer plástico con los movimientos sociales, sacrificando la individualidad en aras de un arte de expresión colectiva. Para entonces la pintura en Jalisco se caracterizaba por explorar una diversidad de lenguajes inscritos en la figuración, ya sea en un intento para volver a las raíces de la pintura y recuperar las posibilidades del dibujo en sus formas más puras, o bien, para construir singulares propuestas figurativas que se opusieran a las tendencias abstractas que dominaron en la década anterior.

LOS SETENTA
Hacia fines de los años setenta, como respuesta a la tendencia del Centro de Arte Moderno de Jalisco, que rechazó toda influencia figurativa en la pintura, surgió el grupo de los vitalistas integrado por Jorge Alzaga, Alejandro Colunga, Gregorio González, Ramiro Torreblanca, José Hernández Laos y Luis Valsoto cuyas ideas fueron retomar una figuración sustentada en los mitos tradicionales de la cultura haciendo de aquella el elemento comunicante de su lenguaje plástico. Como influencia del movimiento vitalista, los artistas comenzaron a desarrollar obras para dar a conocer sus visiones oníricas, los retratos grotescos de las leyendas populares o estampas del acontecer cotidiano.
 
LOS SESENTA
En la década de los sesenta, la producción de Javier Arévalo, Héctor Navarro, Gustavo Aranguren y Ramiro Torreblanca, evidencia una pintura que sin dejar de ser figurativa, rozaba con los límites de la abstracción. Los artistas de esta generación, inscritos dentro del ambiente de la llamada ruptura, se ocuparon en hacer un arte que combinara espacio, color y materia para dejar atrás la historia, los héroes y paisajes nacionales propios del discurso pictórico de la Escuela Mexicana de Pintura. Fue Torreblanca quien en 1970 impulsó la creación del Centro de Arte Moderno de Jalisco cuyos miembros, conducidos por Miguel Aldana Mijares, experimentaron con el geometrismo y la abstracción lírica en donde el espacio y los colores fueron los principios formales que caracterizarían esta etapa de la pintura jalisciense.

LOS CINCUENTA
Los creadores extranjeros como Tomas Coffeen, Mathias Goeritz y Richard Lapan quienes llegaron a Guadalajara hacia 1950 animando las expresiones pictóricas regionales, al introducir las propuestas e ideas estéticas de la Bauhaus y de las corrientes europeas en boga, las cuales entraron en franca oposición con la postura de los pintores Guillermo Chávez Vega y Gabriel Flores, fundadores en 1951 del Frente Artístico Neorrealista de Jalisco, grupo que proponía la vuelta al muralismo y el rechazo a la pintura abstracta a la que calificaban como “extranjerizante”.

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